lunes, 2 de enero de 2017

El islam debe ser reformado o sometido


El periodista Peter Beinart fue preciso al definir la profunda diferencia que existe entre la visión de Obama y la de Trump sobre el terrorismo: "Obama define la lucha contra el terrorismo como un conflicto en el que países con diferentes posiciones ideológicas y religiosas se enfrentan a un enemigo sin Estado. Trump como un conflicto entre la cristiandad y el islam". No cabe la menor duda, que la visión de Trump es, en su sencillez conceptual, tan abarcadora como realista y pragmática. 
Mientras Obama busca combatir el terrorismo con su política multilateral, que ha sido un fracaso en cuanto conflicto la aplicó, Trump se plantea enfrentarlo manteniendo al islam y a los musulmanes a raya. Mientras Obama ni siquiera se atreve a mencionar el término terrorismo islámico, Trump es claro y contundente al respecto. Trump está consciente que enfrenta una lucha contra una guerra santa global. 
Obama se empeñó en hacer toda una construcción intelectual de un islam bueno y pacífico contrapuesto a un islam radical y minoritario. Una mentira colosal que ha sido la tesis medular de la narrativa que las élites intelectuales de la izquierda americana y europeas han querido imponerle al mundo occidental. "El mundo civilizado debe cambiar su manera de pensar", clamó Trump en su cuenta de Twitter. 
Para las élites de izquierda, el que Donald Trump identifique al islam con el terrorismo es un signo de islamofobia. Lo hacen parecer como si esa identificación fuera mentira o una manipuladora exageración. Y la verdad es que no lo es. El terrorismo mundial proviene en la actualidad de la guerra religiosa desatada por el islam. Unos, con una acción más hostil y sanguinaria, y otros, con una postura de silencio, complacencia y tolerancia. 
Los grandes líderes del islam en todo el mundo aprueban con oprobioso silencio, la violencia sin sentido de sus hermanos religiosos. La verdad oculta detrás es muy simple: la aprueban, porque, después de todo, ellos tienen la verdad por designio de Alá y el profeta. Y esa verdad es única: quienes predican otra fe que no sea la de ellos tienen que ser aniquilados. Así ha sido siempre desde los orígenes del islam y sus sangrientas guerras de conquista. Un islam que vive anclado en su pasado medieval. Un islam que debe ser reformado o sometido. 
Tenemos que acabar de admitir que estamos en medio de la tercera guerra mundial, y que no es una guerra ideológica. No es una guerra entre naciones, no es una guerra territorial, es una guerra cultural y religiosa. Es el enfrentamiento entre la cultura occidental con su secuela de modernidad, libertad y bienestar, y la cultura islámica, retrógrada, bárbara y tiránica.
Mario Vargas Llosa cree que el ascenso al poder de Trump y la crisis de identidad que vive la Unión Europea tras el Brexit lejos de ser un camino para resolver los graves problemas que nos aquejan, traerá como consecuencia el agravamiento de los existente, porque "el pasado es irrecuperable". Vargas Llosa ve los hechos como signos de decadencia, lo que sólo demuestra que el gran escritor peruano no alcanza a comprender que estamos viviendo tiempos de una gran transformación política, cultural y religiosa. 
Occidente enfrenta una vigorosa amenaza existencial, que ha provocado que el mundo haya entrado en una etapa de Reforma. Una Reforma que supondrá, tras el sangriento enfrentamiento de civilizaciones que ya se produce, en la aparición de un Nuevo Mundo. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario